sábado, 13 de enero de 2007

La espada de Damocles

Richard Westall, The Sword of Damocles (1812), Ackland Art MuseumReflexiones a una semana de la libertad. Pues qué voy a decir, mejor revisar las entradas en el blog de hace justo un año y acabamos antes. Que por ahora estoy tranquilo, por suerte he cumplido plazos y objetivos, y en estas dos últimas semanas estoy repasando a buen ritmo y haciendo minisimulacros diarios. Que cuando me llegan los nervios es justo el día del examen, durante la media hora previa.
Noto que mi cerebro funciona mucho mejor que el año pasado, sin duda. En todos los simulacros que hago consigo leer a un ritmo superior de una pregunta por minuto. Hago cálculos mentales con mayor rapidez y efectividad que hace un año.

He conseguido llegar a la edad mental de 20 años en el Braintraining y mantenerme :)

Me van a coseguir unas pirulas "parecidas a las anfetas, sólo con receta médica" para el día del examen.

Más yo creo que no puedo hacer. Desde luego si me follan, una vez más, no será por haber dejado algún cabo suelto. Esta vez no los hay.
Mi vieja calculadora científica (20 años de vida) ha muerto. Fue así, de repente. De hecho me cogió en un simulacro. De pronto no respondía, los ochos no aparecían, ya no era capaz de hacer senos ni divisiones. Ya tiene sustituta. Y doy gracias a mi vigilante del futuro por el hecho de que no me haya pasado en pleno examen.

Por esta época me vuelvo más místico y sensitivo. Me viene genial para los tiempos que vendrán tras el examen. Este año pienso dedicarme seriamente a crear por las mañanas, o por las madrugadas, ya veré. Pero por primera vez, con horarios estrictos. Por estas fechas me vuelvo más creativo. Y me doy cuenta que más vale que sea capaz de contenerlo, porque estudiar y pensar en otras historias es harto contraproducente. Sin embargo todo me bombardea y me hace ver que esas historias no deben perderse ahí, deben ser contadas. Debo contarlas.

Lo bueno de llevar ya unos años en esto del FIR es que ya sabes cuáles son las etapas mentales que vienen tras el examen. El mismo día y la siguiente semana son de euforia. Euforia no por haberlo hecho bien, eso es indiferente, es euforia por ser libre tras nueve meses de cautiverio. A partir de esa semana y hasta los dos meses siguientes, son de caída en picado y breve remonte de ánimos, poco a poco, fase de incluso pensar en otras alternativas, hasta abril en que uno ya se recupera totalmente y vuelve a ponerse a estudiar.
Eso, claro está, si le ha salido mal. Si le ha salido bien, después de esa semana se pasa varios meses con la incertidumbre de no saber si ha aprobado. Yo eso aún no lo he vivido, pero creo que debe ser una agonía aún peor, porque se alarga el estado de estrés. Y ya ni te cuento si luego te quedas en las puertas, algo que no se sabe hasta varios meses después.
Mi intención, a día de hoy, es volver a intentarlo una vez más (claro, si esta vez no sale, pero el hecho de que salga es algo que no me planteo, prefiero que sea una buena sorpresa que me lleve algún día), pero ya digo que en la época después de la primera semana post-examen es muy rayante, y podría ser que cambiara de opinión. Desde luego, si después de una semana me pongo triste, lo notaréis, porque es una época en la que me encierro en mi cuarto bajo la manta, y no hablo, salgo ni por supuesto me abro a internet más que lo estrictamente necesario. Hay que comprender que es una época muy negativa, y requiere un tiempo (mínimo de una semana) para salir de él, que no por saber uno mismo en la situación psicológica en la que se encuentra, puede evitarla. Y digo "a día de hoy" porque ya sé que si lo voy a intentar de nuevo significará que lo intentaré a la edad-barrera psicológica de los 30 (treinta) años, solo, porque pase lo que pase mi hermano se retira, ha superado su umbral de aburrimiento y el año que viene si lo vuelve a intentar no será en exclusiva, como yo pretendo, sino que compaginará con otros menesteres. Y hacerse a la idea de estudiar en absoluta soledad, por mucha biblioteca que visite, puede hacerme cambiar de opinión (o no).

Y como siempre digo, muchas veces se echa de menos que los hombres no contemos nunca con la figura de la princesa azula que venga a golope, rubia melena al viento, sobre un blanco corcel con sueños de grandeza, sexo, riqueza, buenos empleos y sobre todo vivienda en ristre a la cual basta con decir "sí quiero" para empezar a formar parte de su cuento de hados.

¿Y qué más decir? Que andamos expectantes, sin prisa pero sin pausa, durmiendo las horas necesarias, despacio y con buena letra... y que al final las complicadas e inconmensurables ecuaciones que rigen las leyes del caos y el libre albedrío serán las que decidan si alcanzas la felicidad absoluta o, por contra, lo máximo que puedes a llegar a conseguir al límite de tu esfuerzo es ser un absoluto don nadie.

Claudio :: sábado, 13 de enero de 2007 a las 7:24 p. m. :: 5 comentario(s)

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