domingo, 20 de marzo de 2005
Hace unas semanas me acordaba de un mail-cadena que recibí una vez, y que seguramente conoceréis. Yo normalmente no suelo continuar las cadenas, pero siempre los leo y éste concretamente me vuelve a la memoria de vez en cuando.
Es uno que habla sobre la felicidad, que dice algo así como que siempre estamos poniéndonos trabas para ser felices, siempre nos marcamos un hito o una fecha para serlo, y que debemos evitarlo y disfrutar el presente en cada momento, con lo que se tiene.
Y es que creo que es tremendamente cierto. Siempre pensamos que las cosas "pronto cambiarán" y estaremos mejor, y mientras no disfrutamos de nuestro presente.
La primera vez (que recuerde) que me puse una fecha para ser feliz fue en el instituto. Recuerdo que en clase de piano le dije a mi profesora que no había tenido tiempo a practicar lo suficiente en la última semana, porque había tenido algunos exámenes que habían ocupado todo mi tiempo. Yo pensaba que en la universidad todo sería distinto, porque la universidad es la época de las grandes fiestas, los grandes viajes, los grandes eventos. Además, Física sólo tiene 4 asignaturas (y horas de clase diarias) por curso, mientras que yo en el instituto tenía 11 asignaturas y 6 horas de clases al día.
Cuando llegué a la universidad y me di cuenta de que necesitaba todo mi tiempo para poder estar al día en mis estudios, pensé que cuando terminara la carrera y me pusiera a trabajar todo sería mejor: tendría las tardes libres, cierta independencia por eso de contar con mi propia fuente de ingresos... sin duda sería la felicidad absoluta.
Seis años después, terminé la carrera y me puse a trabajar. Pasaba fuera de casa todos los días desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde, incluso comía en el trabajo para poder salir antes. Mi sueldo apenas me daba para cubrir gastos de agua, luz, coche de segunda mano, alquiler... y por supuesto me podía olvidar de meterme en el pago de un coche o una vivienda propia.
Pensé que quizá con el paso de los años la cosa sería mejor porque podría ascender, subir mi sueldo... encontrar mi media naranja y así entonces por fin sería todo perfecto. Pero observé a mis compañeros de trabajo que llevaban 10 años en la empresa y seguían pensando que la cosa debía mejorar para que fueran felices, y había algunos que tenía serios problemas con sus esposas, que les reprochaban que apenas pasaban tiempo juntos.
Decidí que la cosa sería entonces mejor si me pusiera a estudiar de nuevo y pudiera sacar unas oposiciones, y en ello estoy.
Sin embargo no puede decirse que no haya sido feliz todos estos años, claro que lo he sido. Es sólo que siempre podemos estar mejor. ¿Qué pensaré cuando consiga aprobar las oposiciones?
Quizá la felicidad de vivir el presente se encuentre en SOÑAR que siempre se puede tener una vida mejor dentro de X años. Y si después de esos X años nuestra vida no es como esperábamos, tampoco importa, porque tendremos otros sueños para los siguientes X años que ocuparán todos nuestros deseos y esperanzas.
Eso sí; disfruten cada día con las pequeñas alegrías que nos pueden dar. Un café con un amigo, una canción, un libro, una copa, un baño caliente, un olor añejo, un viaje, un cuadro, una fotografía, una caricia, un beso, un trozo de pastel de chocolate, un susurro al oído, una siesta en la playa, un parque de atracciones, una película en el cine, un plato de jamón, una sonrisa, unos ojos, una mascota, un bebé dormido en brazos de su madre, un sms sorpresa...
Disfruten de todas las pequeñas alegrías diarias: ésas son las imprescindibles.
Claudio ::
domingo, 20 de marzo de 2005 a las 2:04 p. m. ::

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