domingo, 6 de noviembre de 2005

Contradicciones o La clausura de los ciclos

Dibujo de Luis Royo (www.luisroyo.com). Click para ver.(NOTA: si este blog contara con secciones, si duda este post entraría en la de "paranoias")
Hace ya algunos años que asumí mi incapacidad para compartir mi vida con otra persona. Dicho así suena derrotista, pesimista o incluso triste o paranoico, pero yo creo que lo más difícil es aceptar esa faceta, más que la incapacidad en sí. Una vez que lo aceptas todo se hace más fácil.
Yo lo veo un poco con la homosexualidad, que hoy en día ya no es un problema serlo; sino los traumas que puede provocar el no aceptarse a sí mismo. O como en El Sexto sentido, que el niño en ocasiones veía muertos, pero cuando se acostumbró a esa faceta de su vida dejó de ser un problema.
Evidentemente, pensando en ello, mi afirmación no puede ser producto de una cabezonería extrema y asumo también la posibilidad de estar equivocado, pero como buen científico he calculado las posibilidades de poder ser convencido de lo contrario (en función de anteriores experiencias propias y ajenas), y calculo que la probabilidad de que me equivoque (¿quién mejor que yo mismo para saber cómo soy y cómo reacciono ante una relación?) está acotada superiormente en un porcentaje del 10%.
Quiere decir esto que para que exista la posibilidad de que al comenzar ahora una relación ésta llegue a buen puerto tendría que fracasar como mínimo 9 veces. En términos numéricos y más concretamente haciendo comparaciones de las escalas temporales, teniendo en cuenta que tardo en superar por completo una ruptura no menos de 9 meses y que un orgasmo dura de 3 a 8 segundos (10 para redondear)supone un rendimiento (9 meses = 23328000 segundos)inferior a 1 entre 10 millones.
Quiero decir con esto que en la práctica, aún asumiendo la posibilidad de que me equivoque, es prácticamente un problema inasumible.
Sin embargo existe un nuevo factor que aquí no hemos contemplado que finalmente siempre ejerce una influencia mayoritaria, y nos hace a todos caer una y otra vez. Es el factor biológico-temporal. Si en el cálculo del rendimiento introducimos el hecho de llevar un elevado tiempo sin éxitos ni fracasos, hace que el riesgo de fracasar sea asumible frente a la posibilidad remota de éxito. Quisir, si llevas a lo mejor varios años a dos velas, quizá te merezca la pena arriesgarte a fracasar hasta nueve veces seguidas (o más), difrutar cada uno de los éxitos parciales de cada una de esas ocasiones (es decir, mientras que no se desata la tormenta) y rezar para que no sea demasiado cruel la ruptura. Entonces llegará la época de tratar de superarlo, la superación y el resurgimiento de las cenizas tras ello, y vuelta a empezar.
Lo que más surrealista me parece de todo esto es que con estas ideas en la cabeza, a la hora de empezar una relación encima debo ocultarlas (no estaría bonito decir "venga vale, empecemos a salir, a pesar de que de entrada yo le echo una duración a esto no superior a 4 meses...") porque encima si se lo dices la tía se envalentona y se cree que ella es la excepción, que va a conseguir salvarte la vida (como si estuviera en sus manos cambiar mi lamentable actitud) y la probe al final lo pasa tan mal que no tiene más remedio que ponerte los cuernos, porque como la hago sufrir tanto...

Pues todo esto viene a que si bien como digo tengo asumido a la perfección esta carencia, tanto que me siento muy a gusto que los demás alicientes vitales de los que me rodeo a modo de paliativos, con el mundo que he creado a mi alrededor que suple al 90% aquellas otras, con la posibilidad de decidir yo y sólamente yo lo que hago en cada momento... pues resulta que (salvo pequeños sucesos aislados producto sin duda de las fluctuaciones estadísticas) yo ahora estoy en una situación en la que se satisface la condición biológico-temporal.
Me he dado cuenta, a mi pesar, en las últimas semanas. El instante t fue cuando hace un par de jueves me quedé solo en un bar irlandés en el piso superior, algo prejudicao, y a mí en esos momentos me da por mirar a la gente y pensar. Y entonces te das cuenta que estaría bien estar en esa misma planta en las sillas apartadas de las esquinas con alguien. O ir a una noche a cenar en cuanquier plan por ahí, con un buen vino entre los dos, tratando de olvidar la jungla que nos envuelve cada día y de la que la única forma de escapar es con ella (y ella contigo). De perdernos en la niebla entre atronadores amalgamas de luces multitímbricas y dejarme llevar por sus caminos prohibidos. De que vuelvan los olores, los tactos y los sonidos. Codos en los reposabrazos y rodillas en el coche...

Porque ha llegado el momento en que lo bueno de 1 segundo compensa lo que después me esperará durante 9 meses, que shhhhh! guarda el secreto, pero al final es mucho más tiempo.

Escuchando: A Beautiful Mind Soundtrack de James Horner.

Claudio :: domingo, 6 de noviembre de 2005 a las 1:23 p. m. :: 7 comentario(s)

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