miércoles, 24 de enero de 2007
Sobre mi padre

De entre todas las fotos de mi padre, ésta ha sido siempre mi favorita. En ella él tenía aproximadamente la edad que tengo yo ahora, y ese jersey, que aún existe, alguna que otra vez me lo he llegado a poner para estar por casa. Es curioso, porque en el momento de tomar la instantánea yo aún no había nacido.
No sé si le pasará a más gente. A mí siempre me ha pasado que los momentos que están llamados a ser un recuerdo imborrable de una persona, los detecto en el mismo momento en que ocurren. Con mi padre tengo un montón de recuerdos que siempre he guardado con verdadero cariño y nostalgia. Uno de los primeros yo creo que es de cuando nos acostaba a mí y a mi hermano en la cuna, y se quedaba en la puerta escondido, porque éramos ya mayorcitos y nos salíamos a espiar lo que se cocía en la salita contigua al dormitorio. O cuando los domingos nos quedábamos hasta las 12 de la mañana en la cama; él me pasaba el brazo por la nuca y mientras se quedaba escuchando la radio (que él mismo construyó pieza a pieza). También recuerdo que en ocasiones, al irse a trabajar, si me levantaba para beber agua mientras él desayunaba, me decía que no bebiera mucho para que no me entrara fatiga al volver a acostarme. Y en esas ocasiones, si me había visto levantado, antes de irse al trabajo me daba un beso, mientras yo me hacía ya el dormido. Tenían un tacto muy especial esos besos, porque estaba recién afeitado; al volver a las 5 de la tarde ya pinchaba. Eso siempre me ha jodido, que tuviera que salir tan temprano, a las 7 y media tenía que estar ya en el trabajo. Lo pasaba muy mal cuando le escuchaba irse y yo mientras seguía durmiendo. En alguna ocasión, recuerdo que en julio, cuando yo ya estaba de vacaciones, incluso llegaba a llorar, no quería que mi padre fuera a trabajar mientras yo seguía tranquilo en la cama…
Hace muchos años, cuando pasábamos algún fin de semana en Arahal, dormíamos en la que era la casa de mis abuelos maternos, y lo hacíamos en una sala muy grande que antiguamente servía para guardar grano o como trastero que llamaban
soberao. Allí se juntaban 4 camas y dormíamos toda la familia. Recuerdo que muchas veces sacaba mi mano por entre los barrotes de una vieja cuna (para mí no hubo cama hasta años después) y él me la cogía hasta que me quedaba dormido.
¿Cuántos recuerdos así se tiene de un ser querido? Ya siendo mayor recuerdo con mucho cariño cuando a veces nos paseaba en la furgoneta de la compañía en que trabajaba, o nos dejaba hablar por el walkie-talkie que usaba para trabajar en ocasiones, cuando nos cruzábamos con él, camino del colegio. O cuando estuvo trabajando en la Base Militar de Rota y me llevó a pasar el día con él allí, para conocer aquella colonia americana en España, o cuando se quemó la central de teléfonos de Jerez y estuvo una época trabajando en turno nocturno e incluso llegó a salir en los informativos…
Hubo una época en que se compró una moto, una Ducati de 350 c.c. A veces nos recogía en el colegio con ella, y todos los sábados me llevaba de paquete para ir a comprar el pan a Puerto Real, o me llevaba a algún pueblo cercano en época de fiestas… qué recuerdos.
Y es que gran parte de lo que soy se lo debo a él, sin duda. Si no fuera por él, seguramente no habría terminado la carrera, sin su apoyo, sin su empeño en que yo estudiara. Suya fue la idea de que nos viniéramos a vivir a este piso en Sevilla, pensó que sería mejor para nosotros. Ahora ni siquiera sería capaz de imaginar mi vida si no estuviera aquí, sin el trabajo que conseguí hace años, sin la gente a la que he conocido aquí… sin mi vida.
Su gran proyecto siempre ha sido el chalet. Yo creo que el campito era para él como el ordenador para mí, donde se guardan todos sus grandes proyectos, sus creaciones, toda su vida. Allí tenía su huerto, su taller donde se pasaba horas y horas y nunca se cansaba… porque siempre ha sido un manitas para todo; problema que se le planteaba, problema que solucionaba construyendo alguna herramienta o algún artilugio. Sabía de agricultura, de mecánica, electrónica, de electricidad, de carpintería… todo lo que fuera construir con sus manos, lo dominaba. Su gran proyecto en este sentido siempre ha sido el cart, que él mismo, totalmente solo, diseñó, desarrolló y construyó a partir del motor de una motocicleta, ruedas diseñadas para el uso en carretillas de mano y el tambor de una lavadora como carrocería. Recuerdo que ese proyecto levantó toda la admiración de sus conocidos, y toda la envidia en mis amigos… :) algún día pondré alguna foto. ¿Quién sabe? A lo mejor podríamos haber acabado siendo un Fernando Alonso si nos lo hubiéramos propuesto… desde luego aquello nos sirvió a mis hermanos y a mí para dominar el uso del embrague cuando apenas teníamos diez años, lo cual nos vino muy bien cuando llegó el momento de sacarnos el carné de conducir…
También recuerdo que cuando estábamos en el campo y llovía, nos preparaba juguetes para pasar el rato en casa. Unas veces cogía dos teléfonos y una batería, nos hacía un circuito cerrado, y nos pasábamos mi hermano y yo todo el fin de semana hablando por teléfono, uno en el salón y otro en el cuarto. O un juego que no sé ni cómo se llamaba, que construyó enrollando un alambre en forma de rosca, donde se ponía un tubito y una hélice de chapa que recortó de una lata de lubricante para coches. El tubo empujaba a la hélice a lo largo de la rosca, y entonces salía volando hacia arriba… lo bien que lo pasábamos con esa tontería…
Por esta vez, querido/a lector/a, me vas a permitir que sea Claudio, la persona, el que hable, y no Claudio, el del blog (el personaje). Por esta vez, Claudio (la persona) y Claudio (el del blog) van a ser la misma cosa, y como dice el maestro,
Perdonen la Tristeza.

Mi padre falleció el domingo 14 de Enero, a los 61 años de edad, después de haber padecido una terrible enfermedad, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que le fue diagnosticada en Junio del año 2003. No os voy a contar demasiado de la enfermedad, salvo
esto de
aquí, si queréis, o como mucho os daré el nombre de
Stephen Hawking (casualidades de la vida: es físico), que es una enfermedad absolutamente cruel y despiadada que sufren unos 4.000 habitantes en España, que aparecen “sólo” 900 nuevos casos al año en nuestro país, y que afectará a unas 40.000 personas que actualmente están vivas, sanas y felices sin saberlo.
Tan solo quería reflejar todo esto aquí, que a fin de cuenta es, como dije en una ocasión, una imagen parcial de mí, y esto ha sido lo suficientemente importante como para tener su hueco.
Mi padre ya lo sabe y siempre lo sabrá, de hecho se lo recordé al despedirme de él, cuando aún estaba caliente (estoy seguro de que en esa ocasión también me escuchó): le quiero, siempre le he querido, siempre le querré y nunca le olvidaré. Algo que en ocasiones repetía era que él siempre había luchado para que sus hijos no sufrieran las carencias que él había sufrido en su niñez (zona rural en la posguerra). Y se ha podido ir tranquilo con ese “deber” cumplido. Pero aún más. Ha conseguido que sus hijos, yo al menos, ya no deseemos que nuestra descendencia no sufra las mismas carencias que nosotros, puesto que no ha habido tal.
Si algún día tengo hijos, quiero que tengan tanto como he tenido yo. Nada más.
Muchas veces envidié la entereza con la que mi padre afrontaba las enfermedades de las personas que nos rodeaban. Cuando mi abuela (su madre) murió, se mantuvo entero, pero recuerdo que me dijo que en estas ocasiones él se planteaba el contraste entre lo que llega a ser una persona en su mejor momento, y “lo que puede llegar a convertirse”. Resulta que a él también le tocó convertirse en una sombra de lo que llegó a ser, pero siempre con la misma entereza, como si realmente no fuera él quien lo sufriera, sino otra persona.
Evidentemente, mi padre también cometió errores ¿quién no los comete? Pero joder, incluso de eso he aprendido, no sé si gracias a la educación que me brindó. Porque sé que yo cometeré también errores, pero serán OTROS errores. Yo no volveré a equivocarme en lo mismo que él, cometeré MIS errores y será porque no he tenido una referencia para poder evitarlos…

Con esto, si has venido leyendo desde el principio, hace ya 2 años, seguramente de pronto como si de una bofetada se tratase, comprenderás mucho de lo que aquí he venido escribiendo en todo este tiempo (el del blog, la persona, qué más da). Comprenderás por qué (en parte) un día, en pos de ser útil y estar disponible ante los que (creo) me necesitaban, dejé mi trabajo y me dediqué a estudiar, también (en parte) en un intento de que se sintieran por última vez, orgullosos de mí. Por qué hubo una época en la que escribía desde un hospital, por qué los veranos los pasaba en donde debía estar. Por qué a veces
las noches de juerga se volvían amargas, y no podía evitar que manaran las lágrimas y me acostara con ellas aún en el rostro. Por qué la belleza me ponía triste.
Por qué (en parte) hace dos años abrí esta ventana para convencerme de que al margen de aquello, había cosas por las que seguir adelante, y por qué decidí que este sitio fuera sólo un reflejo de lo positivo que podía haber en mi vida, aunque no siempre consiguiera plasmarlo. Por qué, en definitiva, me convertí en lo que soy ahora, por qué me convertí en alguien incapaz de amar.
Por qué una vez hubo una persona, hace años, que me dijo “Te quiero”, y aunque yo lo acepté y nunca le reproché que diera media vuelta y me olvidara, nunca comprendió que yo tomara aire y mandara a callar el “Yo también te quiero” que a duras penas se empeñaba en salir sin conseguirlo.
Claudio ::
miércoles, 24 de enero de 2007 a las 12:23 a. m. ::

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