miércoles, 9 de marzo de 2005



Me he dado cuenta que algo que de pequeño fue una obligación, con el transcurso de los años ha llegado a convertirse, sin darme cuenta, en una necesidad. Me refiero al hecho de tener "varias vidas" paralelas aparte de, digamos, la estándar que consiste en la vida pública, el yo "estudiante" o el yo "currante". Las otras vidas paralelas son esas que se tienen mediante el estudio de determinadas actividades, las aficiones, la creatividad o el cultivo de habilidades, y que quedan ocultas a la mayoría.
Y es que echando la mirada atrás, observo que mi vida se puede clasificar en etapas según fuera mi vida paralela. Me sentó fatal que mi madre me obligara, cuando yo cursaba 5º de EGB, a asistir a clases de Inglés "para estar preparado para sexto, que la asignatura es obligatoria"; y ahí empezó todo. Finalmente en las clases aprendí muchísimo, me divertí lo que no hay en los escritos, y gracias a ellas nunca tuve problemas con esa asignatura, amén de autoincularme un amor especial por los idiomas en general.
Después vinieron las clases de mecanografía, que también fueron obligadas. Al principio lo pasé muy mal cuando vi esas enormes máquinas de escribir con todas las teclas en blanco, pero también acabé amándolo (fíjate qué tontería) y hoy en día aún tengo la manía de pasarme todo el rato mecanografiando mentalmente todo lo que oigo o digo de forma inconsciente.
Una vez llegados a este punto, y como venganza, me propuse exigir a mi madre que si quería que siguiera teniendo actividades extraescolares, al menos me dejara elegirlas a mí. Fue entonces cuando aprendí ofimática y descubrí mi gran amor: el piano.
También por esta época fue cuando empecé mi idilio con la radioafición, hoy tristemente en desuso, pero de la que aún tengo muy buenos recuerdos. También coseché mis fracasos, por supuesto, como cuando intenté entrar en un equipo de fútbol-sala federado, o cuando me metí en un grupo de teatro en el instituto, en los boy-scouts... ya hablaré de todo eso en otra ocasión.
Con la universidad, llegó la época del gimnasio, las clases particulares a los chavales (en las que me divierto tanto que hasta he llegado a compaginar, por gusto, con mi trabajo como programador) y los bailes de salón, que para mí siempre fue la gran asignatura pendiente. (Ahora lo son la cocina y el interiorismo ¿?, tiempo al tiempo...)
Lo que quizá sea preocupante es que tantas vidas paralelas, y sin embargo en ninguna de ellas he sido especialmente brillante. Una pena. Pero eso sí, me han ayudado a encontrar mi sitio en la vida, y me ha permitido también forjar un aprecio e interés por las "vidas paralelas" de los demás. Quizá detrás de la vida aparentemente normal del compañero introvertido y tímido de la oficina o de la facultad, o del vecino, o incluso de personas desconocidas que se cruzan con nosotros a diario, hay un aspecto oculto digno de toda admiración.

Claudio :: miércoles, 9 de marzo de 2005 a las 12:02 a. m. :: 0 comentario(s)

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