domingo, 4 de diciembre de 2005

La posada de las almas (II)

El sábado 26 regresé a Salamanca para empezar a hacer turismo más en serio, puesto que hasta el momento había visto más bien poco.
Salamanca por la mañana huele a leña y a bollos calientes (olor que emanan los abundantes hornos y confiterías). A lo largo del día el olor de la leña se mantiene, a la par que el de los bollos va diluyéndose, dando paso al olor de las castañas asadas. Lo primero que hicimos fue revisitar la Plaza Mayor para poder hacer fotos. Tuvimos suerte y con el sol que había pudimos hacer unas instantáneas bastante buenas. Es imponente esta Plaza Mayor; ideal para perderse y olvidarse de todo en su seno; observar a los transeúntes y tratar de imaginar las historias que hay detrás de ellos.
A continuación, visita obligada a la Catedral. Por supuesto, admirar los elementos anacrónicos en esta construcción románica; y es que hasta que no los vi, no pude creer que fuera cierta su existencia.
Pero es aquí donde se explica el verdadero motivo (oculto) de mi visita a Salamanca: Al lado, en el Patio de Escuelas, se encuentra el edificio histórico de la Universidad de Salamanca. En su fachada, hay que buscar una pequeña rana. Según la leyenda, todo estudiante que sea capaz de encontrarla, obtendrá buenas calificaciones. Yo busqué, miré e indagué. Inspeccioné cada centímetro cuadrado de la fachada, hasta que las lágrimas brotaron de mis ojos... del frío que hacía (no olvidemos que estábamos en plena ola de frío polar). Y la rana que no aparecía. Me puse los guantes, el gorro de lana e incluso empezó a llover. Y yo pelándome de frío. No iba a recorrer 466,2 Km desde Sevilla para volverme de vacío...
[...]
[...]
[...]
... venga va, Pilar, me rindo... me estoy quedando pajarito aquí, ¿dónde está la puta rana?
Pues sí amiguitos, cuando se trata de tener suerte yo no soy el más indicado, y al final me dijeron dónde estaba la rana. Bueno, la leyenda no dice nada de que quien no la vea vaya a sacar mal resultado ¿no? Pues eso. Yo con estar entre los 28 primeros y sacar plaza...
Pero en Salamanca hay mucho que ver; darse una vuelta por el Huerto de Calixto y Melibea, el Convento de San Esteban, la Casa de las Conchas (cuenta la leyenda que bajo una de las numerosas conchas de piedra que adorna su fachada existe un tesoro oculto) o pasear por el río Tormes y sus pequeños puentes...
También hubo tiempo para el trabajo (mi trabajo de investigación de campo, claro) y visitar la sede de la Universidad Pontificia, empaparse de los parajes de la universidad...
Llegaba la hora de comer, y para olvidar el mal trago de saber que haga lo que haga no podré aprobar mi examen :-) , decidimos darnos un gran homenaje: nos plantamos en el restaurante Bambú, pedimos algo para tontear y amén de una botella de vino de la casa, dimos buena cuenta de una parrillada de estas típicas. Madre mía, había tanto (sinceramente algunas cosas de las que había en el plato no sabía ni lo que eran, pero estaban de ricas... vamos, que seguro que eran buenísimas... para el colesterol). Y es curioso, porque tantas tonterías, tanto sacrificio desde septiembre para perder peso y tal, y resulta que después del viaje (y pese a platos como este) he perdido un kilo de peso. Como dice el anuncio de bebidas para deportistas, la gente (mi metabolismo) hace lo que le da la gana...
También en este viaje dio tiempo de conocer a gente, y de paso sus historias. Historias como las de un par de compañeras de trabajo de mi amiga, profesoras ellas. Son un grupito de maestras de alrededor de los 40, solteras (ni separadas ni viudas) que cada fin de semana se unen y salen por Salamanca a divertirse. Unas mujeres excepionales, divertidas, cariñosas y alguna de ellas (todo hay que decirlo) de muy buen ver :-) Para mí una alegría conocerlas, porque así me convenzo de que no soy un bicho raro cuando a los 40 acabe solterón perdío, y porque soy consciente de que en esa situación también se puede ser feliz :-).
Estas amigas, medio en broma, apremiaban a mi anfitriona para que le presentase a chicos como P. Este chico, también de 28 años, es madrileño afincado temporalmente en Salamanca por estudios. Después de hacer la carrera de ingeniería aeronaútica, trabajar en una empresa como tal durante un par de años, P. decidió hacerse piloto y por eso reside en esta ciudad. Para sacarse la licencia se precisa superar una serie de pruebas físicas, un par de años de formación y once millones de pesetas que cuesta el cursito. Un chico muy majo, aunque a priori tendría todas las papeletas para ser el típico pijo prepotente sabelotodo; me contaba que la primera vez que hizo un aterrizaje en avioneta, pensó "Vaya hostia que nos vamos a pegar..." hasta que se dio cuenta que las sacudidas, la sensación de pegarse una hostia y tal eran algo normal... Tendremos en cuenta este posible futuro profesional... ¿?
Por la noche, tras tener que oir mil y un halagos de mis compis a Liberto Rabal y a su esposa y luego de que ambas dos decidieran que un tipo como el tal Liberto era perfecto para compartir sus vidas, nos adentramos de nuevo en la noche Salmantina. Frío por un tubo que invitaba a meterse en cualquier bareto (la mayoría ponía la calefacción en su punto: de modo que los cristales se empañaban por dentro y los de fuera se morían de ganas por entrar). Lo que más me gustó (quizá sea porque tuve suerte, no sé) fue ver cómo aquí aún no ha llegado la lamentable moda de los "Son seis euros, caballero; sus amigas pasan gratis", así que en una noche te puedes meter en varios baretos y cambiar de ambiente. Donde mejor lo pasamos fue en un local que se llama "La posada de las Almas". Es un local muy bien ambientado, con buena música y donde se puede estar con más de un metro cuadrado por persona. En este local tuve mi experiencia sexual del viaje:
Resulta que por medio de la pista hay una serie de pasarelas elevadas, en las que la gente puede situarse para ver el ambiente. A eso de las 3 se pusieron unas amiguitas allí, y empezaron a actuar como gogós espontáneas. A mi me llamó la atención una. Me pregunté cómo una mujer que sin duda debía tener problemas económicos a juzgar por sus pantalones llenos de roturas y demás desperfectos podía permitirse estar allí bebiendo copas (bastantes, a juzgar por su estado de embriaguez y cómo se rozaba con sus amigas) en vez de emplear el dinero en cubrirse como Dios manda... Desde mi posición pude adivinar una de las rajas en la zona donde la pierna deja de ser pierna y empieza a ser ingle. Ya puestos, me pregunté de qué color sería su ropa interior. No sé si yo ya estaba también un poco ciego o es que realmente no llevaba ropa interior, pero el caso es que todo lo que se veía por aquella abertura era de color carne. Al rato la chica en cuestión se percata de mi presencia, y tras abrir un poco más las piernas y agacharse, me señala diciendo "no" con la mano, como queriendo decir "Aquí no se mira, se acabó el espectáculo" y acto seguido se dio la vuelta y ya no supe más de ella.
-¿Y esto es para tí una experiencia sexual?
-Hombre, teniendo en cuenta lo malamente que está la cosa... Bueno, mejor vamos a dejarlo.
Total, que a las 4 se llegó al climax de la noche cuando pusieron en este sitio una canción muy divertida, que a mi hermano y a mí nos gusta mucho "Love Generation" de Bob Sinclair, una versión muy graciosa (la canción de los chiflíos) que ha hecho y con la que te partes. No me esperaba esta canción en este sitio, y por eso la disfruté tanto. Y de paso me acordé de mi hermano; que si hubiera venido seguro que la habría flipado también cual Neng de Castefa. Si podéis escuchad la canción, que visto lo visto lo mismo va a ser el gran éxito de las Navidades...
Y así llegamos a casa, a eso de las 6 de la mañana, viéndole ya las orejas al lobo, porque nos quedaban apenas 24 horas de estancia en esta maravilla de ciudad...

Claudio :: domingo, 4 de diciembre de 2005 a las 6:10 p. m. :: 5 comentario(s)

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