La semana pasada, también estuve dándome una vuelta por la comunidad de Castilla-La Mancha, creo que la única provincia que no pisé fue Guadalajara. Lo más destacable, después de estar en Cuenca hace 2 semanas, fue que me cogí un empacho de queso manchego y vino de Valdepeñas que pasé una noche fatal, fueraparte de la pechá de molinos y figuritas de Don Quijote que me encontré por doquier.

Como ya conté también anteriormente, y por si fuera poco, he tenido la suerte de estar en Madrid justo en las fiestas de la Paloma en La Latina, con lo que a efectos trasnocturnos implica.

Total, que ya los últimos días en Madrid hasta me puse triste por tenerme que ir. No sé cómo me las arreglo, pero cada vez que voy, sobre todo por cuestiones laborales, cada ocasión es mejor que la anterior. Y el listón sube y sube, pero no tiene fin. Y esta semana me han dado un susto, un correo fugaz diciendo que quizá vuelva, pero por ahora sólo ha quedado en eso. Los derroteros van ahora por otros lados.

Y digo de nuevo suerte, porque ya no queda duda de mi total inmersión en Life Extension, por las cosas que me pasan. Y no es porque esté con alguien y de repente sea otra persona o por que esté en un sitio que de pronto es otro (bueno, un día desayuné en Madrid, almorcé y fui al gimnasio en Sevilla y me acosté en mi cama de Cádiz, pero con todos los informes de tiempo convenientemente justificados), sino porque... bueno, yo me entiendo.

En cuanto a esta semana, ya en Bilbao, pues de nuevo bingo. Justo la semana grande de la ciudad, la Aste Nagusia; en cuanto llegué al hotel, me facilitaron un completo kit de fiesta, con pañuelo azul, programa e historia de las fiestas. Y no sólo eso, sino que he podido ver la ciudad con guías de lujo y también los increíbles paisajes invernales de sus alrededores. Me he reencontrado o rencontrado con un viejo amigo que conocí en Madrid hace 4 años y al que no veía desde hace 3, pero que tampoco hace falta; me llevó por las fiestas con su cuadrilla (muy buena gente) y estuvimos hasta las 6 de la mañana, igual que hacíamos en Madrid, como si no hubiera pasado el tiempo. Esa sensación... Por supuesto, me he puesto absulutamente ciego de (muy importantes las tx y las k) pintxos de todos los colores, bacalao a la bilbaína, talo con txorizo, sidra magnífica y correspondientemente escanciada, txakolí, calimotxo y bokata de txorizo a la sidra a las cuatro de la mañana... buf.

Y nada, hasta me he aprendido el estribillo del himno que ponían en las txosnas, que son las barras donde se agolpa la gente para beber y escuchar música alrededor de la ría: