miércoles, 8 de junio de 2005

E__rr__go_..ffo__bi..a

"Naturalmente, este fenómeno psicosocial de cierto tipo de liderazgo disfuncional destruye progresivamente el ambiente de trabajo; todo se vuelve más conflictivo y complicado y, por supuesto, las relaciones humanas van desapareciendo generándose un clima frío que favorece el desgaste, la desconfianza, la insatisfacción laboral (.e..r.g__o..f.o..b.i.a..) y las actitudes neuróticas"

Cuando escribí el post anterior, se me olvidó citar un contra, que al final ha decantado el final de los acontecimientos: el factor psicológico. Quería haber dicho que en el antiguo empleo acabé muy tocado psicológicamente, y no sabía cómo me afectaría a mi nuevo trabajo. Pues ya lo sé.
Los efectos sobre mi salud en 2 días de trabajo (8 horas en total) han sido devastadores: insomnio (he dormido 6 horas en 2 días con sus noches, y todo han sido pesadillas en las que personas queridas me hacían reproches), falta de apetito, alteración de los ritmos intestinales, cansancio, ansiedad y malestar general, tristeza y fruncimiento ceñil crónicos.
El empleo ya digo que en sí, era bueno, pero yo no estaba preparado para aceptarlo. Llamé al jefe y acabé con todo. No se lo tomó nada mal, incluso me ha emplazado para una posible colaboración en el futuro, o para trabajar desde mi casa; según me dijo le ha gustado mi forma de trabajar. Le he dicho que ya veremos, pero que hasta septiembre no quiero saber nada. Incluso me he borrado de los portales de empleo.

Sufro de lo que médicamente se llama _E..r.g.o..f.o.b.i..a_, o fobia a los entornos laborales. Cuando fui a dejar C..o.r..y.t..el, ya algunos compañeros me decían "tío, no seas tonto, pide la baja por depresión...", pero era tal el deseo de cortar la relación con la empresa, que no quería mantener ni siquiera ese vínculo. Por eso me fui voluntariamente, perdiendo así todo derecho a subsidio por desempleo. No quería nada más que irme.
Y aún hoy, más de un año después, creía que estaría superado, pero me vuelven los mismos fantasmas, el mismo hastío, análogo vacío; y no puedo soportarlo.

Me he dado cuenta que ahora, el modo de ser lo menos infeliz posible es seguir estudiando, mantener la ilusión aunque sea en algo que quizá nunca consiga. Seguir con mis clases a mis niños, que parece ser que van a aprobar sus mates y su física y eso me llena enormemente. Acudir todos los días a la facultad a estudiar, a mezclarme con otros que tienen diferentes sueños pero iguales en su esencia a los míos: ser felices. Estar este verano con mi familia, arrimando el hombro en lo que pueda, y volver a la biblioteca en Cádiz, donde otros continúan con sus aspiraciones, haga calor o no. A fin de cuentas, no he llegado a nuevas conclusiones, sino que la conclusión es que sigo sintiendo lo mismo que el año pasado cuando dejé de trabajar, y todo sigue teniendo la misma vigencia. Y que sí, es posible sacar las oposiciones y trabajar a la vez, pero yo no soy de esos, eso sólo los consiguen unos pocos elegidos, los que tienen un algo de lo que yo carezco.

Así que tomé la decisión, y hoy ya he dormido perfectamente, no me ha despertado ni el calor tan asfixiante que hace aquí. He ido a estudiar, como siempre. He visto a los mismos de siempre, el camarero del comedor me ha dicho "¿un mollete no?" como todas las mañanas; he ido al gimnasio, y he estudiado también por la tarde. Para mí un día perfecto.
De camino al gimnasio, paré en un stand de publicidad, donde unas niñas muy monas te invitaban a degustar una lata de un refresco de esos para deportistas que fulminan la sed. Junto a cada lata, te daban también una pegatina con una frase, distinta en cada caso. Me la ha dado, le he dicho "gracias" con la mejor de mi sonrisas y he continuado mi camino. Cuando he leído la frase me he parado en seco, me he dado la vuelta y la he mirado sonriendo para adentro, agradeciéndoselo eternamente:

Hasta mañana, corazones.

Claudio :: miércoles, 8 de junio de 2005 a las 11:09 p. m. :: 0 comentario(s)

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