miércoles, 12 de septiembre de 2007

Nadie podría

Aún no he contado con detalle (y por ahora seguiré sin hacerlo), pero sí he dado pistas sobre el hecho de que parece ser que existen indicios más que fiables que apuntan hacia mi destino más probable a día de hoy.
El caso es que ese destino desecha otros, y me hace ver, pues, cuál NO es mi destino, y lo cierto es que si todo va como debe ir, mi destino NO está en Sevilla. Es más, mi destino sería regresar a Cádiz, 13 años después.
Con esto en mente, ahora voy por Sevilla de otro modo. Es posible incluso que sea capaz de ver la ciudad como nunca antes la he visto, ni como he visto nunca Cádiz. Ahora veo Sevilla con los ojos de un turista. E incluso soy capaz de pasar por la Giralda y sentir lo mismo que cuando vi la Torre Eiffel por primera vez. Otras veces, voy paseando y en cada lugar voy recogiendo recuerdos que dejé olvidados en distintas épocas; aquí fue donde vinimos a celebrar el cumpleaños de nosequién, me estoy acordando de que aquí fue donde pillé el ciego cuando salimos para celebrar el comienzo de las vacaciones, ahí detrás fue donde me enrollé con la tía esa...

Y a veces me hace dudar, porque si todo va como debe ir, entonces me perderé muchas cosas que sólo me pasan en Sevilla. Y es cierto que si todo va como debe ir, será una oferta totalmente irrechazable, de las que ni siquiera dan oportunidad a pensarse de claras que son, si bien no por ello es menos inesperada y nunca había tenido la oportunidad de ser "lo que siempre he querido hacer". Lo bueno de tomárselo así es que ocurra lo que ocurra, tanto si la cosa va como debe ir, como si no, saldré ganando.

Un ejemplo:

La semana pasada, en cuando regresé después del paréntesis veraniego (eso sí, en agosto hay que quitarse de Sevilla y la caló) ya tenía pequeño cóctel en un sitio que no conocía en el Prado, un tal Ylan-Ylang, que está ambientado en plan minimalista-Chill Out al aire libre, y en vez de mesas tiene camas (ja). Y resulta que aún tengo la capacidad de sorprenderme por sitios como éste, o como al volver, era testigo de que todas las terracitas empezaban a estar ambientadas a partir de las 2-3 de la noche, UN LUNES.
Y esas cosas sólo me pasan en Sevilla.
O que en una semana salgas lunes, jueves y sábado. Mi amiga T. hacía de anfitriona a su amigo el japonés que conoció en Irlanda, y me dijo que si nos íbamos por ahí para enseñarle sitios y tapas típicos. Resulta que el amigo el japonés es un tipo tela de enrollado, es historiador y pronto se hará con la empresa de su padre que se dedica a importar papeles especiales. Y además tiene un apartamento en Tokio (je je).
Y resulta que tenemos muchos puntos en común, sobre cine, sobre música (el colega además es Dj y está interesado en ritmos africanos; en cuanto pueda pongo su maiespeis) Por supuesto hablamos de Almodóvar, Amenábar, "Lost in Traslation" y "Babel", y tenemos visiones idénticas al respecto...

Total, que con todo esto, el sábado salí con mi amiga T. y el japonés y pasé una noche de auténtica cogorza. Tapitas, vinito, pelotasos de Cacique, I want a green chupito (mi perdición), que si Sonar (the Festival) no Sonar the music software (jaja), que si say uh, la, la, say uh (come on, come on), Claudio vámos a Japón, que si la gente desfasando...
Sólo en Sevilla una noche de sábado acabas a las 6:42 bajo la catedral discutiendo acaloradamente, en inglés para que te entienda el japonés, sobre si las mujeres son diablos con cara de ángel...¿?



En momentos así recuerdo las letras de Arturo Pérez Reverte en "La Piel del Tambor", que decía algo así como que "Todo aquí es ficticio, excepto el escenario. Nadie podría inventarse una ciudad como Sevilla".

Claudio :: miércoles, 12 de septiembre de 2007 a las 8:16 p. m. :: 2 comentario(s)

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