viernes, 10 de febrero de 2006

De una desconocida

Hay una muestra de apoyo recibida en estos últimos tiempos que es digna de mención, porque procede de una persona desconocida (y por lo tanto inesperada) y sin embargo ha sido muy poderosa.
La primera vez que vi a P. fue en Julio de 2004 en la biblioteca en la que estudio cuando estoy en Cádiz. Me llamó la atención porque me recordó a un personaje más o menos famoso (y que a mí me da bastante morbo, todo sea dicho) del cual precisamente el día anterior estuve leyendo una entrevista bastante interesante. Como el verano de 2004 también me lo tiré estudiando a diario, poco a poco fuimos siendo asiduos de la misma mesa de estudio, y como suele pasar en estos casos (a mí por lo menos me pasa) se empieza a crear un extraño vínculo un tanto indefinido que se crea entre personas desconocidas que están pasando un mal trago (léase estudiar en verano o simplemente durante épocas prolongadas) que hace que esas personas se "unan" en la adversidad.
Día a día (es lo que tienen las bibliotecas) os vais "conociendo", aunque no habléis ni seais "conocidos". Fue así como supe que se llamaba P, que era deportista (gimnasio y piragüismo), que era Psicóloga...
Se creó un nuevo lazo cuando mutuamente nos dimos cuenta de que estudiábamos la misma oposición. Yo me di cuenta cuando vi sus apuntes de una típica academia, y ella se dio cuenta cuando vio cómo yo hacía un simulacro. Y es que los exámenes de la formación sanitaria especializada tienen una plantilla muy característica, igual para médicos, físicos, farmaceúticos, biólogos, químicos o en su caso, psicólogos...
Así que supimos el día de nuestro examen, cuál sería la peor época, a lo que renunciábamos...
Sin embargo nunca hablábamos. Ella nunca ha sabido mi nombre. Ella nunca dio ese paso, no sé por qué, yo tampoco lo hice por diversas razones. La primera, mi opinión de que si un desconocido habla a una chica en un 90% de casos es para tirarle los trastos, y no quiero que se me tome por un buitre ni siquiera por equivocación. No es el lugar indicado, y de hecho tampoco lo hago en una discoteca (además me parece una situación ridícula). A fin de cuentas, estudiar en verano en Cádiz para mí significa un respiro y una forma de concentración, ya que en Cádiz no tengo "distracciones" en forma de viejos compañeros que te invitan a café y tal, y así puedo concentrarme mejor.
Así que fue pasando el tiempo pero nunca hablamos. Creo que alguna vez al quedarnos solos en la biblioteca nos levantamos las cejas en forma de saludo, pero poco más.
Una vez descubrió que yo tenía un hermano gemelo que estudiaba lo mismo que yo.
Y yo creo que poco a poco fue haciéndose una idea de mí como una persona "rara". De repente, un día, después de estar meses estudiando cada día religiosamente, sin previo aviso ya no fui más. Acabó el verano y regresé a Sevilla.
Nos volvimos a ver una semana en Diciembre, muy poquito antes del examen, pero tampoco nos hablamos.
Después pasó el examen y nos volvimos a ver un día en Abril, y nos dimos cuenta de que ninguno de los dos habíamos aprobado. Y el año pasado, 2005, se repitió la historia: nos vimos cada día en verano y después en diciembre.
El sábado pasado nos encontramos fuera de la biblioteca. Salíamos del cine con un frío que pelaba a eso de las 2 y media de la mañana. Dada la situación y la idea de tío autista que debe tener ya de mí, y dada la situación (¿qué pensaría si, además de todo me ve yendo al cine solo a ver la película de los maricones para más inri?) Total, dado que sólo habían pasado 4 días desde la publicación de las plantillas de examen, opté por mostrar naturalidad y entrar por ahí, y puesto que realmente tenía curiosidad por saber cómo le había ido...

-Hombre P, ¿cómo te ha ido...?
-...¿Qué tal tu examen?

Así que después de casi dos años éstas fueron nuestras primeras palabras. De camino a casa hablamos como si no fuésemos dos desconocidos, y pude saber muchas cosas más de ella como que no estudió en Sevilla, sino a distancia, que lamentablemente no le ha ido bien con su examen, que se ha presentado las mismas veces que yo... y que volverá a presentarse.
Ella pudo saber cómo me llamaba, que tampoco me ha ido bien y que también me volveré a presentar. Ah, y también le conté que estoy en Sevilla, de ahí mis extrañas desapariciones :)
Cuando ya llegamos a un punto en que debíamos separar los caminos, nos encomendamos hasta la próxima vez que volvamos a ir a la biblioteca (seguramente no antes de Julio), en la mesa de siempre. Nos dimos ánimos mutuamente y suerte para la próxima vez, y me dijo algo que me dejó sorprendido, y que es el motivo de este post:

-... Y yo que tenía puestas mis esperanzas en ti...

Así que puede ser que alguien, lejos, sin que tú lo sepas, pueda estar pensando en ti aunque no sepa ni tu nombre.
Este verano estudiar en verano será menos triste, porque no estaré solo. La única pega será que ya no tendré excusa para no salir a tomar algún que otro café, así que se acabó eso de que Cádiz sea un retiro de concentración.
Es la primera vez que me echo una amiguita en la biblioteca. Y quién sabe si al final acabamos este verano compartiendo unas risas, unas copas o hasta un bailoteo los findes o una siestecita en la playa...

Claudio :: viernes, 10 de febrero de 2006 a las 4:26 p. m. :: 0 comentario(s)

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