martes, 8 de agosto de 2006

...Y una de arena

Pues en eso de la búsqueda del equilibrio hasta que corran tiempos mejores, pues te diré que el sábado inicié la técnica de acercamiento a la playa. Todavía sigo sin ir (y van ya 14 meses, a dos manzanas) pero creo que próximamente caerá. Por lo pronto, el sábado, como decía, me acerqué a la famosa playa de la Barrosa, en Chiclana. Mi hermano llevaba ya un tiempo diciéndome que fuera a ver su piso nuevo, que si tenía el intenné estropeao, que si no se qué… Total, que pensamos en ir a eso de las 2 de la tarde, echarle un vistazo al asunto y coger el bus de vuelta para, como muy tarde, a las nueve de la noche estar en casita.

A las 3 llegamos a un restaurante en primera línea de playa (¿tendremos que comer no?) donde degustamos un formidable venado y un picadillo-melva, así como una botella de vino de la que ya perdí la cuenta de los copazos que nos metimos (antes de apurar una copa, ya la estábamos llenando). A eso de las 5 pensamos que para evitar el calor, podríamos ir a uno de esos bares de copas que hay en el paseo marítimo para tomar unas copichuelas, y ya cuando pasase el sol pues íbamos al lío del intenné. Pues empezamos con el ron miel a eso de las 5, con la cháchara, rajando de tó dios, y tal y cual… total, que nos dieron las 2 de la mañana. Vimos comos pasaban por el bareto los que estaban en la playa y querían café, los pipiolos que salen a las 8 de la tarde, y ya finalmente la gente que sale de marcha. Y yo con los pantalones cortos de ir al gimnasio… y las zapatillas de deporte con calcetines blancos. No estuve yo muy de glamú

Y nos fuimos porque hay gente que les da por comer cuando llevan más de 10 horas sin probar bocado, porque por mí y por mi hermano hubiéramos seguido… Como ya la cosa estaba chunga, mi cena fue (aparte de un número indeterminado de rones-mieles de 5 de la tarde a 2 de la mañana) un mísero helado de leche merengada de 2 lerus en una confitería que todavía servía, que recuerdo que la niña que me atendió estaba como un queso y que el local se llamaba “Atlántico”.

Y después todo un descubrimiento; dando vueltas por la city en el coche con Fito y Fitipaldis, que un día de estos os voy a dejar alguna letrilla. Muy aconsejable.

Lo malo de esto es la resaca del día siguiente… es lo que tiene.

Claudio :: martes, 8 de agosto de 2006 a las 1:46 p. m. :: 0 comentario(s)

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