martes, 1 de mayo de 2007
Y no ze vayái a creé uhtede... que ahora que soy una famoso artista importante, que sale en los principales medios de comunicación del país, voy a dejar de escribir en el blog o a convertirme en un ser prepotente...
que vá, qué vá...
Sólo deciros que la formidable entrevista de la que hablaba en el post anterior ya está disponible para que os la bajéis a vuestro
emepetrés y la escuchéis en modo
ripit una y otra vez en la nueva página de
La Male, concretamente en su programa número 22,
aquí (próximamente dejaré un enlace en el menú de este blog, para que quede para la posteridad).
Una vez más agradecer a La Vecina esta oportunidad tan magnífica que me ha brindado de oír mi propia música radiada públicamente. Al final, como buena profesional que es, dicha entrevista le ha quedado fantástica, tanto que hasta da menos vergüenza ajena oirme, y eso tiene un mérito inconmensurable... :)
Y qué raro eso de escuchar mi propia música de fondo... :)
Así que ya sabéis, a escuchar todos los jueves a las 21h su
pedaso de pograma en el 98.6 en
Madriz o
aquí por Internet, en cualquier punto del universo
mundiar.
He aprovechado estos días para leer “
La generación precaria” de Marta García. Con lo bueno que es el libro, y lo que me ha costado encontrarlo… En Sevilla ha sido imposible, no lo tenían ni en el
Cortinglé, que ya es decir…
Y ganas que tenía de leerlo, me lo he ventilado en dos días. Había quien pensaba que al leer este libro me sentiría mejor (no en vano en algunas de las librerías en las que pregunté la obra estaba catalogada como de “autoayuda”, nada más lejos de la realidad), y que a lo mejor así se me quitarían estas tontas ideas de la cabeza… Es que no se puede ser tan gilipollas como yo, y pensar que es posible encontrar un trabajo en el que te paguen bien, estés un número de horas razonables (y si hay que echar horas extras o algún sábado que sea puntualmente y siempre muy bien remunerado) y que encima te haga sentir realizado como persona… Pues lo siento por esas personas que pensaban que ahora sería “realista” y aceptaría el hecho de que las cosas son como son, y que
impepinablemente empezar a trabajar quiere decir ser
submileurista (sí o sí), estar de 10 a 12 horas al día (sábados incluidos) y por supuesto seguir sin posibilidades de acceder a una vivienda ni a un proyecto de futuro en firme.
Ahora estoy más seguro de que hago lo correcto. Es verdad que las cosas son como son, pero la diferencia es simple y llanamente… que yo no entro en el juego. El que quiera seguir ese juego, el que diga “total, todo el mundo está igual”, el que diga “es que como no lo haga YA no lo haré nunca”, el que diga “ya vendrán tiempos mejores”, “menos da una piedra”, “al menos así salgo adelante” o “me compensa” pues yo lo respeto, pero simplemente no lo comparto, me respete él a mí o no.
Yo sé lo que soy, sé lo que valgo y sé de qué soy capaz y hasta que punto me puedo sacrificar. Sé que soy capaz de estar años estudiando del orden de las 10-12 horas diarias para sacarme la carrera o unas oposiciones, sacrificar fines de semana, juergas y noches de sexo y sé que soy capaz de fingir interés por un trabajo en el que me explotan y no se me valora sin que se note, como ya hice. Y no lo voy a hacer más.
Es así de simple: si quieres que trabaje para ti, convénceme de que lo que me ofreces merece que deje de estar hasta las 11 de la mañana en la cama, teniendo todo el día para mí, para leer, escribir, oír música o simplemente aprender a ser más y mejor persona. Porque si me vas a hacer trabajar 12 horas + horas extras por 1000€ brutos, no me compensa, así me vea durmiendo en la calle.
Total, que el magnífico libro de Marta García pone en pie estas y muchas otras ideas que se han ido forjando en mí y en tantos otro como yo durante estos últimos años, de una forma inteligente y muy bien documentada y cimentada, y por si fuera poco, de una forma amena, a veces irónica y divertida (a veces usando juegos de palabras y renombrando las cosas de maneras que todos hemos pensado alguna vez), y haciéndote identificar por completo con lo que lees. Y hace un repaso de varias facetas de nuestras vidas, en el aspecto cultural, ideológico y de
modus vivendi en general de toda nuestra generación que es como es, en parte, debido a los tiempos que nos han tocado vivir. Yo al menos puedo firmar todas y cada una de las páginas del libro, y es liberador el hecho de saber que hay gente que piensa también como yo. Y que no soy peor persona por pensarlo. Repito: yo sé lo que valgo, no me lo tienen que decir otras personas, y menos aún: que uno que esté explotado me quiera convencer de que es la mejor opción para que se lo crea él mismo.
Claudio ::
martes, 1 de mayo de 2007 a las 10:31 p. m. ::

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