martes, 17 de diciembre de 2013
No soy para nada de hacer buenos propósitos en fin de año. De hecho ni siquiera soy de hacer buenos propósitos. En todo caso, en septiembre, sí que suelo reflexionar un poco sobre cosas que me gustaría cambiar en mi rutina diaria.
Sin embargo, el año pasado sí que me propuse algo por estas fechas. Pensaba que estando en una época de mi vida en la que disfrutaba de cierta estabilidad, tranquilidad, y que en definitiva la cosa me iba "bien", tendría que empezar a hacer esas cosas que muchas veces digo que tengo que hacer al menos una vez con toda seguridad en la vida. Y hacer más cosas al aire libre, salir más. En los últimos tiempos había pasado demasiado tiempo solo o en casa, y dado que tenía todo a favor y prácticamente nada en contra, ahora era el momento. Así que en los últimos tiempos he disfrutado de los mejores restaurantes, terrazas, compañías y experiencias vitales de los últimos tiempos, tanto tanto, que incluso ahora estoy al borde de volver a romper el equilibrio, es más, quizá debería proponerme para este año quedarme más en casa. Sobre todo porque las historias y las músicas no se van a escribir solas. Esperemos que pueda volver a encontrar ese equilibrio pronto, porque lo necesito.
Después de las Navidades, en enero tengo pendiente un finde señalado en Cádiz, y en marzo vuelvo a Alemania 3 semanas, donde (por fin) podré volver a perderme por parajes apaciguadores y noches inspiradoras a oscuras, con música en directo de fondo, que me hace muchísima falta. Y volver a Ámsterdam a encontrarme con un buen amigo. Y después, lo prometo, espero encontrar el equilibrio que necesito para seguir creando.
Y aparte, ha sido un año en el que me he volcado en el trabajo, dando como resultado una buena subida de sueldo y una inesperada felicitación por mi buen hacer. Un año en que debuté como ponente en la universidad con aceptable éxito, pasaron por mi vida personas excepcionales y otras no tanto, y más, mucho más...
Haciendo puenting
Paracaidismo
Kite surf
Vistas de Ámsterdam
