jueves, 5 de octubre de 2006

Esta noche he vuelto a tener un sueño extraño (no pesadilla, sólo extraño). Soñé que estaba de nuevo en mis últimas horas de trabajo, con los últimos agobios, haciendo algún que otro trapicheo con el servidor para usos privados, asqueándome por lo que la empresa en sí supone...
Tampoco es que lo pasara mal, pero me he alegrado enormemente de salir de allí. Ojalá en la vida real, cuando te ves en apuros y totalmente acorralado, bastara con hacerte una bola, cerrar fuerte los ojos y todo se resuelva solo.
El sueño me ha hecho ver que para bien o para mal no estoy preparado (todavía) para volver a un trabajo así.
Y quien sabe si lo estoy para cualquier otro trabajo.
Por lo demás bien, ya he empezado con las clases particulares. El niño este se aprovecha bastante de mí y me hace explicarle cosas de Inglés por un tubo.
Desde que doy clases particulares he tenido oportunidad de ver de primera mano lo mal que está la educación secundaria en este país. La cosa está clara: por un lado los planes de estudios son cada vez más light, permisivos y poco exigentes, y por otro, la sociedad actual ofrece cada vez menos alicientes a los niños para que estudien y más alternativas de ocio ciertamente mucho más atractivas que estudiar.
Ahora un niño llega a casa y tiene: más de 40 canales de TV, internet, consola, MP3, una moto, tabaco y a sus padres que no llegan (ninguno de los dos) hasta las 7 u 8 de la tarde, porque trabajan para poder pagar la hipoteca, el coche y el chalet en la playa.
Así yo tampoco tendría interés en estudiar.
¿Cómo es posible que los niños lleguen a la carrera (de ciencias) sin saber integrar? ¿Cómo es posible que en primero de bachillerato no sepan la diferencia entre un pronombre y un adjetivo posesivo? Algo que nosotros teníamos aprendido con la edad de 11 años, ellos con 16 aún no dominan. Ya de por sí es grave que no se sepa los adjetivos/pronombres posesivos o pronombres objeto en inglés cursando lo que antiguamente era 3º de BUP, es que ni siquiera sabe lo que son en español...
Así está la cosa. Mañana otra vez macrobotellón debajo de mi casa por segunda semana consecutiva. Pero esta vez no voy a dejar el coche por aquí; ya lo he
llevao al quinto coño, que la semana pasada me lo salpicaron todo de meadas.
Joé, yo procuro ser permisivo y tolerante, pero de verdad... supongo que pasa con todas las generaciones. La anterior a la nuestra nos dejó el legado (que a su vez tomaron de la anterior, los guateques) de la litrona en la plaza, y nosotros la desvirtuamos hacia el botellón. La generación de ahora la desvirtua por completo y la toma como la única alternativa (en estas semanas he visto a gente haciendo botellón en lunes, martes...) y además a saco, varias veces por semana, y me consta que acuden también chavales de los institutos, no sólo de la universidad...
Y si sólo bebieran... pero es que mean por todas partes, rompen cristales, dejan un olor nauseabundo que se queda varios días, maltratan mobiliario y coches ajenos, cortan calles enteras al tráfico...
Bueno, crucemos los dedos, yo viviendo en un cuarto y con el coche lejos de sus fauces no creo que tenga nada que temer... salvo que tendré que dar toda la vuelta al campus para acceder a él porque seguridad cierra la puerta principal...
Y la semana pasada una tiparraca de entre
los 5000 asistentes se rió de mí en mi misma cara cuando me vio con mi pedazo de libro de Física Cuántica de 1000 páginas ¿qué pasa que si en vez de ir al botellón me pongo a estudiar ya no soy guay?
Bueno, buenas noches a todos y todas, otro día os cuento cómo me van mis simulacros y mis lecturas y demás... ahora me voy a dormir, que últimamente estoy consiguiendo acostarme no más tarde de la una, rebajando en una hora respecto a lo habitual...
Claudio ::
jueves, 5 de octubre de 2006 a las 12:06 a. m. ::

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